SER COMO AGUA EN UN RIO

CURADURIA

Carlos Gutierrez

Trasladar algo de un punto a otro es uno de los movimientos más simples de accionar y, a la vez uno de los más difíciles de abordar dado el amplio espectro de agentes que pueden llevarlo a cabo: cientos de buques de carga transportan toneladas de insumos y productos de un país a otro; pequeñas ramas y zarzas son recogidas y llevadas por aves hacia puntos estratégicos donde construirán sus nidos; la sangre traslada nutrientes, oxígeno y otras sustancias a las células de nuestro cuerpo. Por inmensos o por microscópicos, los traslados son formas de movimiento no siempre perceptibles pero continuamente activas. Consideremos ahora aquello que se traslada de forma aún más compleja, como los conocimientos, las imágenes e ideas que fluyen por el tacto, por la voz –todavía no por las palabra–, por el roce, por las variaciones de temperatura, etc. Pensemos cuánto más complejo se hace esto si nos enfocamos en los medios a través de los que se producen los traslados. Aunque rápidamente podamos imaginar algunos tangibles y otros inmateriales, queda un umbral innominable y vasto por el que circulan un sinnúmero de experiencias, sensaciones y estímulos. 

   Ser como agua en un río es un deseo y a la vez la aceptación de un modo de hallarse entre las cosas que nos rodean. Imaginarse como un medio, como un cuerpo enorme conformado por muchos cuerpos, también imaginarse como el contenedor en el cual se alojan otras cosas que luego se trasladan a sitios distintos. En todos los casos, ser como agua en un río implica el ejercicio de volver a mirarse y encontrar formas para hacer de las manos la corriente que desemboca en lago, hacer de las piernas el cauce que fluye hacia todos los destinos y hacer del pecho el camino a una cascada. 

Esta exposición incorpora distintos registros que la artista recupera en su relación con el río, con su familia, con su tierra y su herencia. A partir de algunas aproximaciones sensibles a su entorno y su cuerpo, entendido como un elemento más de ese ecosistema, describe formas en que los vínculos materiales, afectivos y otros todavía más abstractos se constituyen como la materia prima del pensamiento. De esta manera, la muestra transita en un ciclo en el que aparecen variaciones de intensidad, cortes, continuidades y vueltas a la trayectoria de las ideas y las percepciones. Así no se impone una única forma de acceso, porque la experiencia propia es el camino y el tacto es el medio.